Este pueblo de pescadores cautiva por su simpleza. Lejos de los ruidosos embotellamientos y de los sistemas bancarizados, sus calles de arena y ripio reciben el paso sereno de sus habitantes y turistas .Sus lanchas llegan colmadas de peces e historias que se leen en las expresiones de sus pobladores. Hombres de mar y sal. El viento como un vigía recorre este paraíso, anárquico, despreocupado sin un tiempo que lo modifique.El dibujo de un tridente sobre la bahía, modelado por el mar y suavizado por sus brisas dan nombre a esta Punta del Diablo.
Punta del Diablo, 2008.
Karina Cicovin
Fernando Gutierrez
Fotógrafos
lunes, 29 de diciembre de 2008
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